jueves, septiembre 15, 2005

Educación para todos?

El pasado lunes 5 de septiembre, el Diario Siete publicó el artículo “Discriminación: ciegos no pueden dar la PSU y siente el rechazo de universidades”. La noticia nacía a partir de un anuncio hecho por el ministro de Educación, Sergio Bitar, sobre la asignación de becas de $1 millón para los alumnos no videntes que ingresen a las universidades, sin tener el requisito de la PSU.

Este último elemento, cobraría ribetes de escándalo –por lo menos en el título del texto-, pues no existía ningún sistema especial de PSU para ciegos. En la misma ocasión, entonces, el ministro Bitar aclaraba que “ya se le ha pedido a las universidades que estudien una modalidad para que los no videntes den la PSU, lo que puede ser con examen oral o con braile”.

Un último dato: este 2005, 50 jóvenes ciegos saldrán en 4º medio, y es probable que más de uno quiera entrar a la Universidad.

Al respecto, en la página del DEMRE (www.demre.cl), en el apartado de “Postulantes con Discapacidad”, se expresa que hoy, a los estudiantes que no puedan rendir la PSU en las mismas condiciones de la mayoría, es decir, en formato de lápiz y papel se les prestará “tratamiento especial para rendir la PSU, que puede ser tiempo adicional o tratamiento en salas individuales, lo cual tiene por único fin permitirles la participación en el Proceso de Admisión en condiciones justas, pero no implica compromiso de aceptación por parte de las Universidades, las cuales se reservan el derecho a resolver según corresponda”.


“De todas las discapacidades, -continúa el texto- la ceguera legal es la única dolencia que está excluida del sistema de rendición de pruebas. Esto se debe a que, aunque a los postulantes no videntes legales se les colaborara en la lectura, sería imposible representarles los elementos visuales que aparecen en la batería de pruebas. Por esta razón, su ingreso a la educación superior universitaria debe realizarse a través de la admisión especial en aquellas universidades que así lo contemplan y en carreras compatibles con su condición”.

El tema entonces es tan clarito como el agua: no se saca nada con crear sistemas especiales o súper especiales, si finalmente las Universidades serán autónomas para aceptar en sus aulas alumnos ciegos. Y el problema es que muchas veces, la mayoría de las veces, no lo hace, en un claro acto de discriminación.

Miren a su alrededor y vean cuántos casos de alumnos ciegos han visto en las universidades. Quizás alguno conoce uno, o un par. Claramente escasos y, hoy por hoy, aún una excepción. De hecho, y de acuerdo a datos entregados por el ministro Bitar a la prensa, sólo 5 estudiantes ciegos asisten a universidades del Consejo de Rectores a lo largo del país.

En la misma noticia del Diario Siete se recogía el caso de tres estudiantes ciegos que, sistemáticamente, fueron rechazados en prestigiosas universidad de la Región Metropolitana (UMCE, U. de Chile, U. La República). El primero quería estudiar Música (finalmente pudo hacerlo en la misma UMCE); el segundo, Psicología (ya era Periodista de la U. Arcis); y la tercera, Educación Parvularia (nunca pudo hacerlo).

Es probable que la discriminación sea tan natural en el hombre como respirar, pues todos en alguna ocasión, y en mayor o menor medida, hemos discriminado. Lo distinto de este caso es que se trata de una institucionalidad que discrimina. Y esto, en una sociedad en que las palabras Tolerancia y la Diversidad parecen haberse puesto de moda.

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